Es difícil no definir el cielo nocturno con calificativos como maravilloso, deslumbrante. Para cualquier personas, las galaxias, las estrellas y los satélites son puntos casi imperceptibles en el firmamento, pero generan un gran atractivo. Entonces, ¿cómo no querer saber más sobre ellos? La astrofotografía, una combinación entre la fotografía y la astronomía amateur, permite retratar esos cuerpos celestes. En Tucumán, un grupo de fotógrafos se instaló en Ampimpa y logró algunas imágenes impactantes.
La Vía Láctea es fácil de fotografiar, sostiene Carlos Di Nallo, astrofotógrafo a cargo del curso que se dictó en el observatorio de Ampimpa, en los Valles Calchaquíes. Plantea que hay muchas opciones en el cielo que valen la pena captar. “Ese lugar (por Ampimpa) está muy bien armado para fotografiar. A eso se suma la cordialidad de Alberto Mansilla, director de Observatorio. El lugar tiene un excelente cielo, además del entorno con ruinas antropológicas. Hay una riqueza de paisajes, fauna, flora, la historia del hombre... Habría que revitalizar ese sector, hacer que se conozca en todo el país y el mundo”, opina Di Nallo.
Foto de Carlos Di Nallo
¿Qué tiene de especial el cielo que se ve desde Tucumán por las noches? El astrofotógrafo cuenta que en esta época del año la Vía Láctea se luce con todo su esplendor (desde noviembre a marzo no se la ve). Añade que, cuando cae el sol, en el valle de Amaicha se presentan momentos ideales para tomar fotos en composición con el paisaje. Un poco más hacia el sur se pueden retratar las nubes de Magallanes (galaxias vecinas), Orión y Andrómeda (“muy común en el hemisferio norte, pero Tucumán tiene una buena posición para verla”), entre otras galaxias y estrellas.
Foto de Isaías López Madariaga
Lejos de la ciudad
¿Qué se necesita para fotografiar el cielo? El astrofotógrafo nacido en Avellaneda (Buenos Aires) explica que, primero, hay que alejarse de la ciudad. Y, si la idea es fotografiar estrellas, hay que hacerlo cuando no haya luna. Luego explica que con los avances tecnológicos, las cámaras réflex son tan sensibles que sirven perfectamente para esta actividad (se necesita el apoyo de un trípode y la posterior edición). La producción previa también viene bien, ya que hay que entender que la tierra se mueve y tendremos un tiempo acotado para captar las estrellas.
“Hay programas y aplicaciones para teléfonos con los que uno puede ver qué objetos salen a tal hora o por dónde se van poner. Sirven para programar la noche y no perder el tiempo. Después, a lo que tenías pensado lo vas desvirtuando, componiendo”, agrega. Y explica que, una vez colocada la cámara en su trípode, en campo amplio, hay que hacer un disparo de unos 15 a 30 segundos. También se puede “pintar” con alguna luz, como una linterna o luces especiales para darle relevancia a algún lugar u objeto. Por último, destaca que se necesita ropa de abrigo, camaradería (“surge sola”) y ganas de caminar por el lugar.
Una vez que se obtienen las fotografías, se va a la etapa de procesamiento de imagen. “Si no se la procesa, la info no es muy rica. Hay que sacar la fotografía a la luz, con programas adecuados, como Photoshop. Con ellos se rescata lo que durante la noche no se ve. Hay que tener ciertos cuidados, como por ejemplo que las estrellas no pierdan su color”, detalla Di Nallo.
Foto de Gerardo Irachet
Colores y edades
Las tonalidades de las estrellas lo dicen todo: las más rojas o amarillas son las más viejas, mientras que las más frías (azules o blancas) son las más jóvenes. Un ejemplo para descubrir eso con los propios ojos es el de una estrella cercana a Las Tres Marías: “Si observan Las Tres Marías -ejemplifica-, que es el Cinturón de Orión, notarán que hay cuatro estrellas que le dan el marco. La de abajo a la izquierda se llama Betelgeuse. Se trata de una supergigante roja, que los astrónomos dicen que está próxima a explotar, hablando en millones de años. Es una estrella muy vieja, que justamente se la ve roja”.
Foto de Gerardo Irachet
> Frases
Carlos Di Nallo | Astrofotógrafo y tallerista.
“A diferencia de la fotografía, cuando yo hago astrofotografía sé a lo qué le tomo una foto. No son un adorno las estrellas; son el eje”.
Gerardo Iratchet | Alumno del curso y fotógrafo.
“Personalmente me interesa fotografiar el cielo para descubrir lugares nuevos, estar cerca de la naturaleza, ver un mundo distinto... Porque realmente es un mundo que no conocía. Que la mayoría de las estrellas tengan nombres me sorprendió. Sacás la fotos y ves que hay muchos más datos, más información, más detalle de lo que veías. Me encanta”.
Adolfo Isaías López Madariaga | Alumno del curso y fotógrafo
“La contaminación lumínica de las ciudades no nos dejan observar la belleza y la inmensidad que nos muestran las estrellas. La Vía Láctea es solo visible nueve meses en el año, y sólo se la puede fotografiar los días de luna nueva, lo cual reduce mucho las posibilidades de verla y fotografiarla. Yo fotografío la Vía Láctea para poder mostrar a las personas lo que no pueden observar desde una ciudad. Fotografío para mostrar lo que nos estamos perdiendo”.
Florencia Ferrari | Alumna del curso y fotógrafa
“Comencé a apasionarme por fotografiar el cielo porque me transporta a imaginar lo que hay más allá de lo que vemos a simple vista. Una foto de la Vía Láctea me transporta a través del espacio. Me lleva a querer aprender más sobre la inmensidad que nos rodea. Además, para hacer este tipo de fotografía hay que buscar locaciones alejadas de la luz de la ciudad. Y poder apreciar esa belleza disfrutando del silencio de la noche, no tiene precio. Me llena el alma”.
Foto de Pam Robles